Mi viejo mundo en el nuevo mundo

"Cuando estas lejos de tu país a veces te descubres extrañando cosas que estando allá parecían insignificantes". 

Un 19 de marzo, un 19 de marzo... me desperté muy temprano y era domingo. Había sido invitada a un concierto de la Orquesta Filarmónica de Jalisco; aquel día de reminiscencias musicales del folclor patrio -a causa de la insigne fecha-, casualmente desayuné una arepa. 

Tengo apenas siete meses viviendo en Guadalajara, y mi contacto con venezolanos ha sido bastante limitado, no pasan de tres personas y breves intercambios de palabras, eso sí, aquí todos los mexicanos conocen algún paisano y me preguntan si de casualidad sé quién es. 

Al Teatro Degollado, una imponente estructura en medio del centro histórico de la ciudad, llegué ese mediodía por una improvisada invitación y fue al ingresar al recinto que pude saber más o menos de qué iba la cosa. 

Imágenes del nuevo mundo, se llamaba el concierto. En el programa decía: Jeslán Fernández, el joven clarinetista venezolano nacido en el estado Aragua; cuando leí me emocioné, no podría haber mejor manera de conocer el lugar, de escuchar por primera vez a la orquesta y a Fernández. Él ese día fue el solista del Concierto para clarinete y orquesta del neoyorquino, John Corigliano. 

Cuando por fin comenzaba, todos dispuestos, afinados, el director -Jayce Ogren- volteó a su izquierda y asintió. Todos los ojos apuntaban a Jeslán Fernández, quien es actualmente el primer clarinete de la Filarmónica.

Jayce Ogren y Jeslán Fernández
Tras sus primeras sutiles notas el teatro entero entró en suspenso, el pecho se me revolvió, la piel se me erizó y contuve las ganas de llorar durante el primer movimiento, pero ya en el segundo no pude aguantarlas. Se me escapaban los lagrimones, esa sensación de complicidad, emoción, orgullo, nostalgia e identidad me invadió por completo. 

A Jeslán Fernández lo conocí ese ese día, y sin embargo, entre un público predominantemente mexicano, yo conocía Maracay, su tierra. También sabía lo importante que es El Sistema, donde él se formó. Él revivió en mí todo el orgullo que pueda sentir como venezolana en el exilio, orgullo que muchas veces callo por causa de las circunstancias, porque nadie quiere estar llenándose la boca de haber dejado lo que ama. 

Difícilmente logro ocultar mis sentimientos, qué gran defecto, ese día la nostalgia se apoderó de mí y me hizo feliz. Qué bonito saber que así como él hay tantos músicos poniendo el nombre de nuestra Venezuela en alto, que en otras latitudes logran el reconocimiento que a veces nosotros mismos les negamos, porque admito que me avergonzó no conocerlo desde antes. 

Ese 19 de marzo sentí que inevitablemente, entre las imágenes de este nuevo mundo que hoy habito, siempre habrá un lugar para las imágenes de mi viejo mundo, de mi Venezuela. Ese día se acortó la distancia y sentí que el recital era solo para mí.

- Desiree Duarte, Licenciada en Comunicación Social.


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